MI VOZ ESCRITA, Por Jorge Herrera
En lo que puede considerarse el introito de este escrito dejé sentado, en síntesis, que así como por las inverosimilitudes que acontecen en el ejercicio de la política, este país es calificado de caricatura; asimismo se ha ganado la distinción de ser llamado teatro de farsa por la falta de originalidad creativa en sus actores.
Hacer un libro con el acopio de datos procurados en diversos archivos, aunque conlleva tiempo y dedicación, no es el trabajo de investigación que requiere “sine qua non” el auxilio de los métodos del razonamiento; las variadas formas en que es posible utilizar con éxito la facultad humana de resolver problemas.
¿O, es que acaso se puede realizar una tarea investigativa sin contar con las herramientas que en sí mismos son los métodos deductivo, inductivo, analógico, analítico y sintético? Un estudio que tenga la intención seria de establecer con claridad meridiana que un determinado hecho en efecto sucedió, tiene que utilizar por lo menos uno de los métodos que permite razonar con propiedad.
Contar detalles que fueron difundidos a todo lo largo y ancho de la geografía nacional con una maestría tan proverbial que hoy día muchos dirían que son inéditos por inauditos, no es una ocurrencia díscola mía. Es la historia cierta de un ser humano excepcional como persona; y extraordinario en el campo de la radiodifusión dominicana, por la trascendencia de su obra.
Lo conocí en persona, luego de hacer una “pasantía” en San Pedro de Macorís en Radio Oriente, gracias a la benevolencia de don Fausto Donastorg, quien, no obstante ser un simple radiotécnico, empírico por demás, tenía un oído finísimo para diagnosticar quién tenía condiciones para ser locutor. En mi caso, no se equivocó…
Hay gente que se ha pasado casi toda la vida engañándose alegremente con el único fin de ganar lauros inmerecidos.